Cuando entras en una casa —sobre todo en un salón— y a poco que mires, te encuentras con algún jarrón en el que se lucen unas bonitas flores, te está diciendo mucho de los propietarios de ese hogar. Probablemente más de lo que imaginas. Para empezar, te dice que cuidan mucho —y con mimo— el aspecto de su casa. Que lea gusta estar atento a cada pequeño detalle decorativo. Y, por supuesto, que les gusta la naturaleza y la belleza de las flores.
Lo que sí has de tener claro es que los jarrones son elementos decorativos indispensables. Olvida la idea de que adornan por su contenido. En sí mismos son un detalle esencial. Tanto es así que con frecuencia no vas a necesitar ‘rellenarlos’. ¿Un ejemplo? Si los jarrones destacan por su sobrecarga decorativa quedarían ridículos si introdujeras en ellos grandes ramos con flores de montones de colores.
En cualquier caso has de elegir según sea la decoración del resto de la sala. Y has en tener en cuenta algunas premisas básicas para no equivocarte a la hora de combinar el jarrón. Por ejemplo, tienes que fijarte en el color que predomina en la habitación: una mala elección acabará con la armonía del ambiente.
Si el salón de tu casa está decorado en tonos claros y neutros, puedes colocar jarrones de colores vibrantes o llamativos, como complemento decorativo. Lo mismo sucede en sentido contrario. Si las paredes lucen colores intensos, en papel o pintura opta por jarrones algo más discretos, casi anodinos. Incluso de cristal transparente y sin adornos. Porque lo que tratamos con los jarrones es buscar el equilibrio.
FUENTE: HOLA.COM